jueves, 19 de enero de 2012

Campesinos heridos de Cajamarca piden ayuda para no quedar lisiados

En hospitales de Lima. A raíz de los balazos que recibieron uno está parapléjico y otro debe ser operado por tercera vez para recuperar el movimiento de su pierna izquierda. 

Liliana Rojas
Tres de los 19 heridos de bala durante las primeras protestas en Cajamarca contra el proyecto Minas Conga, ocurridas el 29 de noviembre pasado, piden ayuda en Lima para no quedar lisiados.

El caso más grave es el de Elmer Campos Álvarez (31), un dirigente de las rondas de Celendín que fue alcanzado por una bala cuando intentaba ayudar a otro rondero a escapar de los proyectiles y bombas lacrimógenas que disparaban los policías para desalojarlos de la vía que llega a Conga.

La bala atravesó su abdomen y afectó el páncreas, uno de los riñones y la columna vertebral. Los médicos del hospital Dos de Mayo han logrado estabilizar sus signos vitales tras varias intervenciones quirúrgicas, pero Campos Álvarez quedaría parapléjico. Todavía debe ser sometido a otra cirugía para obtener el diagnóstico definitivo.
El Seguro Integral de Salud no cubre todos los gastos del herido, y su esposa y su hermano que llegaron a Lima para atenderlo ya no tienen dinero.

Pese a su delicado estado de salud, Campos se reafirma en su lucha por proteger la vida, el agua y el medio ambiente y no duda, si pudiera hacerlo, en volver a Cajamarca para continuar con la protesta. Sin embargo, confía en que el presidente Humala reconsidere y cumpla su promesa de garantizar el agua para Cajamarca.   
"Voté por Humala en Huasmín, donde está Conga. Estoy muerto en vida, sin moverme, pero ¿qué vale la vida sin agua? Minas Conga nos quitará la vida", clama el rondero levantando la voz. Su esposa y su hermano lo miran compungidos. Tiene valor, murmuran.

En el hospital Cayetano Heredia, Carlos Chávez Rodrigo libra también su batalla por la recuperación de su salud. La bala le impactó en la pierna izquierda y destruyó 10 centímetros de fémur, por lo que deberá ser sometido a una tercera intervención quirúrgica que lo deje expedito para un injerto de hueso y de piel que le devolvería el movimiento en la extremidad inferior.

Eso le costaría unos 30 mil soles que no tiene. Chávez es docente contratado y su esposa trabaja en un pequeño restaurante en Celendín. Tienen un hijo y otro viene en camino.

La mañana del 29, Chávez llegó a las lagunas Azul y El Perol con alimentos para los que habían pernoctado allí. "De pronto llegaron los policías que disparaban a matar. Una bala me hizo caer", narró el joven de 30 años que teme quedar inválido.

Le preguntamos por qué se opone a Minas Conga y, pese a ello, dice: "Basta estar en Conga para saber que allí nace el agua. Basta ver Yanachocha, donde hubo lagunas, para saber lo que se viene si no defendemos las fuentes de agua".

Otra víctima

Marino Rodríguez Castañeda, rondero de Llangud,  Celendín, ya no ve con el ojo derecho. La bala que rozó su pómulo dañó su retina y, si no es sometido a tratamiento, perderá la visión de forma definitiva. Su hijo ha iniciado los trámites del SIS para que la intervención sea realizada en el Instituto Nacional de Oftalmología, pero aún no hay resultado.
Como Elmer y Carlos, don Marino invoca la solidaridad para su recuperación.

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